FRENTE A LA COYUNTURA Y EL PROCESO RESTITUYENTE EN LA REGIÓN CHILENA

LA FEDERACIÓN ANARQUISTA SANTIAGO FRENTE A LA COYUNTURA Y EL PROCESO RESTITUYENTE EN LA REGIÓN CHILENA

“una Asamblea Constituyente es el medio utilizado por las clases privilegiadas, cuando una dictadura no es posible, ya sea para prevenir una revolución, o, cuando una revolución ya ha estallado, para detener su progreso con la excusa de legalizarla, y retirar muchos de los posibles logros que el pueblo haya obtenido durante el período insurreccional.” (E. Malatesta, 1930)

La revuelta social del 18 de octubre: consideraciones varias

Ya han transcurrido cinco meses desde que los pueblos que habitan el territorio dominado por el Estado de Chile nos levantamos en digna lucha, cansadxs de las humillaciones y precarias condiciones de vida a la cual somos sometidxs. Las causas de esta revuelta social se pueden resumir en la justa respuesta de los pueblos ante la precarización de nuestras vidas, el saqueo de la naturaleza y la devastación de los territorios y ecosistemas.

Con alegría vemos que, a pesar del tiempo transcurrido desde el 18 de octubre, la voluntad de las clases oprimidas ha sido infatigable, día tras día, semana tras semana: las plazas, los barrios, las calles y por doquier se ejerce la resistencia, la acción directa y la autoorganización, a pesar de los ataques del Estado y de los medios de comunicación que se esmeran en imponer su sangrienta “paz social”.

La actual crisis ecológica hace del modelo neoliberal un proyecto insostenible, ante lo cual existen dos posibilidades, por un lado el reacomodo capitalista a través de otras formas de gestión, tales como el Capitalismo de Estado Chino o el Fascismo, pero por otro lado se abre la posibilidad de una ruptura, en donde la clase oprimida pueda posicionar un proyecto radical y sepulte para siempre al patriarcado y al capitalismo. Así mismo las revueltas en contra de este sistema de muerte se expanden por diversos territorios, de norte a sur, de este a oeste, los pueblos se alzan para recuperar su pasado, presente y futuro, hasta que vivir valga la pena.

Así, esta crisis del experimento neoliberal chileno puede caracterizarse como la respuesta de los sectores populares a una radicalización de los niveles de precarización de la vida o una crisis de reproducción de la vida ejercida desde los sectores dominantes, y que desde hace décadas tiene consecuencias concretas en nuestros cuerpos y territorios. Los altos niveles de endeudamiento, la pérdida de derechos sociales, la sobreexplotación, la flexibilización laboral, la nula seguridad social, el despojo del agua y la tierra, el ascenso de los feminicidios, no hicieron más que hacer explotar esta olla a presión de décadas de abusos e injusticias.

La respuesta de la clase dominante no se hizo esperar, tanto en el plano represivo como en el político institucional. Inmediatamente iniciada la revuelta, el Estado profundizó su carácter autoritario disfrazado de democracia. Ya son conocidas las aberrantes cifras que ha dejado el terrorismo de Estado en la región: En datos del Instituto Nacional de Derechos Humanos a febrero 2020, existirían, 3.765 heridxs, 10.365 detenidxs, cerca de 2.500 prisionerxs politicxs, 411 personas con lesión ocular, 34 personas con estallido ocular o perdida de la visión, 1.541 vulneraciones a los derechos humanos denunciadas, de las cuales 192 corresponden a violencia político sexual y una cuarentena de muertxs. Complementando lo anterior en este par de semanas transcurridas de marzo, ya hay tres personas asesinadas por agentes del Estado, quienes también siguen mutilando, torturando y encarcelando. A esto, agreguemos los $1.830.394.878 de gasto del gobierno en bombas lacrimógenas y la promulgación del paquete de leyes represivas más severas de la historia reciente, como lo son la “ley antisaqueo y anti barricada”.

Si bien las cifras hablan por sí solas, esto no hace más que reafirmar la necesidad de la autodefensa territorial y la solidaridad de clase, lo cual se traduce en mayor protagonismo popular y mayores niveles de organización para enfrentar la represión. En efecto, el movimiento popular debe prepararse para un Estado de Excepción permanente, que reafirma por parte de los poderosos, su política de guerra en contra de las clases oprimidas; el Estado continuará con su política del terror, extendiendo, manteniendo y legitimando los golpes represivos de las fuerzas de seguridad por todos los territorios.

La clase dominante también ha operado en el plano político institucional, y sin lugar a dudas luego de la Huelga General del 12N, ésta se han visto en la necesidad de transparentar sus posiciones e intereses con respecto a mantener los pilares del modelo neoliberal intactos, mediante el uso de la represión como principal herramienta de defensa de sus intereses, frente al miedo que genera la rebelión de los pueblos en lucha.

Así, la firma del acuerdo “por la paz y la nueva constitución” el día 15 de noviembre, marca una posición unitaria de los partidos del orden (conservadores, liberales y progresistas, desde la UDI hasta el Frente Amplio) en pos de la mantención del Estado de derecho, la institucionalidad heredada de la Dictadura y la advertencia de una posible salida de los militares a la calle pero esta vez con impunidad garantizada, frente a la masividad de la protesta y la intensificación de la acción directa en el marco de un llamado de huelga general, días atrás.

El hecho de que hasta hoy las movilizaciones continúen a pesar de los oportunistas de siempre, quienes se han sentado una vez más en la mesa de la burguesía a pactar sobre nuestras vidas, marca un elemento importante de esta revuelta y que entrega orientaciones a tener en cuenta para lo que viene en los siguientes meses. A pesar de los intentos por parte del bloque dominante por disminuir la conflictividad social y los llamados de gran parte de la izquierda a canalizar el descontento en el proceso constituyente iniciado desde arriba, la profundidad de la crisis social expresada en altos grados de precarización de la población y el descontento social como respuesta a esto, difícilmente va a lograr ser controlada o disminuida (no debe medirse en masividad lo abierto o no del conflicto) por algún paquete legislativo o la inyección de recursos en algún área prioritaria (salud, educación, previsión). A nuestro entender, uno de los grandes temas que sustentan la movilización y la simpatía hacia ésta, es la inexistencia de los derechos sociales, sumado al saqueo del agua y la destrucción de ecosistemas.

Son tiempos de creatividad y audacia, el conflicto seguirá abierto, es momento de profundizar acciones que reúnan, que aúnen posiciones y que apunten a crear pueblos fuertes, las calles seguirán llenas de gente, gran parte de lxs oprimidxs ya aprendió que la movilización y la organización son las claves en la recuperación de la vida, es tiempo de generar alternativas organizativas que apunten a fortalecer el protagonismo popular, la organización y la acción directa, y no, por el contrario, atajos constitucionales que van a oxigenar la dominación en la región chilena. Quienes apostamos por el quiebre de la sociedad patriarcal y capitalista debemos aventurarnos a profundizar el camino de fortalecer el poder de los pueblos (aumentando los niveles de auto organización) y no por alternativas creadas por los de arriba como es la vía constituyente que emana del acuerdo “por la paz” de los partidos del orden. Ya sabemos que lo que al principio partía al parecer de manera espontánea, en donde ninguna organización podía autodesignarse como vocera del movimiento, se ha ido transformando en un periodo fecundo para la politización de los territorios, para la irrupción de nuevas organizaciones y variadas expresiones de lucha para los diversos problemas de la vida social (especial atención marca el surgimiento por doquier de asambleas territoriales), en donde además se han ido legitimando la autodefensa, la acción directa y la movilización como herramienta de lucha. Los procesos educativos deben ser fundamentales en esta tarea, ya que deben apuntar al fortalecimiento del protagonismo popular y la autodefensa, a generar experiencias concretas de auto organización, es decir, la acumulación de poder autogestivo revolucionario, sustento de las futuras comunidades organizadas o de los futuros territorios autogestionados.

De aquí emana una tarea esencial para lxs anarquistas: debemos estar presentes y fortalecer cada espacio organizativo que ya exista o que vaya a ser creado (sindicato, asamblea territorial, coordinadora de defensa del territorio, colectivos, centro de estudiantes, centro cultural, club deportivo entre otros) e incentivar discusiones y acciones que apunten a identificar los principales problemas del territorio y de la organización, las principales demandas de esta revuelta, la importancia de la solidaridad y el apoyo mutuo, la centralidad del feminismo y de la ecología, para luego planificar en conjunto las movilizaciones y acciones para solucionar las diferentes problemáticas y así aportar a las luchas del conjunto de los pueblos de la región chilena.

El proceso restituyente: Mucho ruido, pocas nueces

Respecto a este tema queremos ser claros, la necesidad de una nueva constitución y las diferentes fórmulas presentadas ha sido una consigna que ha tenido gran eco dentro de algunos sectores del movimiento popular. No obstante, una posible nueva constitución pareciera ser una lámpara mágica, que al frotarla terminará con todas las injusticias y abusos que sufrimos: tal visión no ha hecho más que ilusionar a los pueblos en lucha. Por lo tanto, generar una posición crítica y alertar a nuestra clase, nos parece tremendamente importante.

Entendemos el bullado “proceso constituyente” más bien como un Proceso Restituyente, el cual viene solamente a dar una salida institucional al conflicto, que por cierto operará en función de los intereses de la clase dominante. Este proceso viene a reconstituir el poder del Estado y sus instituciones puestas en total descrédito desde el estallido de la revuelta, por tanto este proceso es más una necesidad de la burguesía que de lxs oprimidxs, muestra de esto es que este proceso ha posibilitado la confluencia y rearme de la extrema derecha ante una consigna en común, “el rechazo”, activando sus redes de influencia, apareciendo en la discusión pública y reorganizando sus grupos de choque. Así mismo, este proceso cuenta con las suficientes garantías para que la “participación ciudadana” tenga límites claros, tal como el concepto de ciudadanía el cual niega la posibilidad de ser sujetxs politicxs a jóvenes, niñxs, migrantes, etc.
Como clase no hemos desarrollado aun organizaciones sólidas y de lucha que puedan darle orientación a este proceso. Por consiguiente, apostar por este proceso constitucional al calor de esta revuelta social no es más que entregar el destino de este movimiento a quienes nos oprimen, no existe la correlación de fuerzas y de medios necesaria para plasmar allí los intereses de los territorios, pueblos y organizaciones.
Una nueva constitución no cambiará las relaciones de poder en la región chilena, tampoco es garantía de cumplimiento de derechos sociales y de una vida digna. ¿Qué pilares del neoliberalismo modificará? Sabemos que depende de la correlación de fuerzas y de medios, pero donde ve nueces la izquierda de intención revolucionaria; ¿en fortalecer el proceso institucional por arriba o en la construcción de poder autogestivo desde abajo? Creemos que la mayoría solo se confunde con el ruido, ya que intentan disputar en el terreno de los partidos del orden, quitándole la prioridad necesaria a la movilización de la calle y sin la necesaria base social para conseguir esas nueces.
Diferente seria que este proceso fuera con posibilidad concreta de definiciones y propuestas desde las organizaciones populares y asambleas territoriales, ¿qué posibilidades concretas hay de insertar temas a la discusión constituyente? ¿Cómo está realmente el tejido social y las organizaciones para enfrentar un proceso así? ¿Cómo medimos si una nueva constitución es un punto trascendental de lo que pedía la calle o fue un tema instalado por la izquierda para no avalar una salida insurreccional del conflicto (para la cual tampoco estábamos preparadxs)? ¿Será este el momento en que hay que jugarse todas las fichas por una vía institucional o será un importantísimo momento para entender que la tarea primordial es la construcción de comunidad organizada para enfrentar las futuras batallas, quizás más trascendentales e históricas que éstas?

Al respecto, y respondiendo parte de estas preguntas, vemos que históricamente los procesos constituyentes son como una muletilla de la izquierda, como una fórmula perfecta y única para avanzar a sociedades más “democráticas”, como una verdad omnipotente que debe repetirse en cada periodo de crisis, pero que no es más que favorecer el fortalecimiento del sistema de dominación al oxigenar el poder del Estado y sus instituciones. Desde nuestra visión, debemos dar pasos hacia una vida digna y a la construcción de una nueva sociedad libertaria, feminista y ecológica en esta coyuntura, lo que se traducen en apostar por la construcción de poder autogestivo revolucionario de los pueblos y de la preponderancia de la calle y la acción directa como herramienta principal para la consecución de nuestros objetivos. La realización de este proceso restituyente no es un avance en la lucha de la clase oprimida por su liberación, tampoco es necesariamente un tremendo retroceso, sin embargo, es una tragedia posicionar este proceso como lo central de la revuelta social.
Lxs anarquistas debemos estar a la altura de esta histórica coyuntura y si bien tenemos muchas críticas a la salida política que se avizora, no debemos desmarcarnos de la importancia de este proceso desde la politización y principalmente con la posibilidad de acabar con parte del legado dictatorial y su herencia neoliberal que ha precarizado nuestra vidas. Sabemos que la constitución política, amarra y mantiene pilares institucionales del neoliberalismo los cuales son necesarios de transformar, pero aquello no es solo una cuestión jurídica-política, ya que es imposible una negociación con la burguesía en cuestiones primigenias de la lucha de clases, como la propiedad privada de la tierra y del agua, conflictos que van más allá de los marcos jurídicos-políticos de la constitución. En este sentido, aunque se maquille este marco constitucional pactado, aunque se tilde de plurinacional, popular y feminista e incluso reconozca a la naturaleza como sujetx de derechos, no se alteran las expresiones de dominación del patriarcado y el capitalismo. Por lo tanto, nuestra mayor tarea es lograr una correlación de fuerzas favorable a la vida, consolidar este proceso en que nos estamos constituyendo como clase oprimida, reconociéndonos, educándonos, es necesario fortalecer la voluntad organizativa para la construcción de poder autogestivo revolucionario, donde lo programático supere demandas sectoriales y las embrionarias asambleas territoriales y diferentes organizaciones surgidas al calor de la lucha, puedan ir desarrollando control territorial para así ir tejiendo un mundo nuevo.

Es por esto que el anarquismo no debe restarse de las instancias de discusión en este proceso, tampoco creemos relevante el problema de pronunciarnos sobre si votar o no votar. Es más, en los espacios en donde estemos, debemos generar los procesos educativos y las discusiones necesarias sobre las reivindicaciones que necesitamos como territorios en lucha y las implicancias del proceso restituyente, dejando en claro que el único camino para conseguir nuestros anhelos es la independencia y unidad de clase, la acción directa y la construcción del poder autogestivo revolucionario. Es responsabilidad nuestra, disputar cada espacio organizativo de aquellxs que pretendan ocuparlos solo como plataforma para acomodarse en este proceso constitucional, hipotecando los reales intereses de lxs de abajo. Debemos estar presentes para dotar a los espacios sociales, de base, de protagonismo, democracia directa y autonomía en la construcción política. Debemos estar para disputar con la ideología dominante los preceptos de la nueva sociedad que queremos construir. Debemos estar porque somos oprimidxs, porque somos parte de los pueblos en lucha. Debemos estar porque es una tarea prioritaria fortalecer estos espacios, para que así, unxs con otrxs puedan avanzar a su autoemancipación.
La coyuntura está abierta y es un campo de disputa de importancia estratégica, cuyo desenlace no depende de lo que ocurra en el plano de la disputa institucional. Las principales disputas se dan en el plano de las subjetividades (lo cultural, los sentidos, la opinión pública, lo que se dice y se habla en la calle) y de las alternativas políticas en este escenario de crisis, en donde la nuestra es la construcción de poder autogestivo revolucionario de los pueblos.

Nuestra alternativa debe ser capaz de desarrollar procesos de educación política en los espacios sociales, de construcción programática y del surgimiento de una política territorial en clave autogestiva, capaz de definir objetivos políticos junto con formas de organización que permitan al territorio desarrollar experiencias de lucha y de solución a problemas prácticos del territorio, para de esta forma ir madurando los pilares de un programa político desde abajo. Sin la maduración de estas organizaciones territoriales, la cual no es posible por fuera de la confrontación con la institucionalidad, no será posible superar el período actual.

Propuesta ante este nuevo ciclo político: Entre lo reivindicativo y lo emancipatorio

1- Aportar a la construcción del poder autogestivo revolucionario de las comunidades

Los anarquistas tenemos una concepción de poder que se fundamenta en la centralidad de la lucha de clases en el marco del sistema de dominación capitalista/patriarcal, este poder el cual buscamos construir no es por cierto el poder de dominación, sino el poder como potencia creadora, articuladora y posibilitadora de construir el proyecto autoemancipatorio de la clase oprimida, el cual entierra para siempre este sistema que nos domina Es la construcción de poder lo que se constituye en el sustrato de nuestra noción de transformación social, y que se caracteriza por: su creencia en la capacidad de protagonismo de lxs sujetxs que son parte la clase oprimida, la capacidad de volcar ese protagonismo en la conformación de una fuerza social, su intento para que esta fuerza construya experiencias autoorganizativas de control territorial, su defensa de estos territorios en un proceso revolucionario que permita superar las fuerzas enemigas y sustituir el poder dominador de la sociedad por un poder autogestionario.
Es por esto que nuestra apuesta estratégica, debe basarse en la creación y fortalecimiento del movimiento popular, en su organización, acumulación de fuerza y acción directa con miras a encarar de la mejor manera un proceso de ruptura y la construcción de la sociedad libertaria, federalista, autogestiva, feminista y ecológica.
Así también, en esta coyuntura, es fundamental desarrollar procesos de educación política y autodefensa que eleven el protagonismo popular y por ende fortalezcan la organización desde abajo. Esto se debe traducir en los territorios en tareas como:
A) Construir organizaciones territoriales representativas de los pueblos, basadas en la democracia directa, autodeterminación y perspectiva de clase.
B) Estas organizaciones deben desarrollarse hasta llegar a ser lo suficientemente fuertes y estar lo adecuadamente consolidadas como para generar condiciones de ruptura revolucionaria.
C) Algunas de estas organizaciones deben poder generar instituciones y/o organismos propios de la clase, es decir, sus propias instancias de resolución de problemas. Estas instituciones serán los embriones de autogestión social, como podrían ser centros de salud comunitaria, redes de abastecimiento, escuelas, cooperativas de trabajo, asambleas de mujeres, entre otras.
D) Las organizaciones de lucha que se levanten deben tener relación con reivindicaciones sentidas (relacionadas con la mejora en el buenvivir) y nuestra participación activa en ellas, las debe cualificar para llegar a nuevas y más complejas orgánicas territoriales en una perspectiva pre-figurativa de la sociedad que buscamos.
E) El conjunto de organizaciones territoriales comunitarias y de lucha reivindicativa es lo que llamamos comunidad organizada. Esta comunidad organizada, en la medida que se cualifica, apunta a superar lo estrictamente cotidiano y la lucha por demandas al Estado, para llegar al nivel del control territorial, tomando las riendas de las decisiones sobre el uso del territorio mismo. Esta capacidad es la base para una sociedad autogestiva.

2- Aportar a la construcción unitaria de un pliego de las comunidades en lucha

El cual sea capaz de integrar todas las luchas en una plataforma a distintas escalas (de lo local, pasando por lo regional y confluyendo en lo nacional) que sintetice el conjunto de reivindicaciones que han emergido no solo durante la revuelta social, sino durante los últimos años marcados profundamente por la emergencia de las luchas feministas, la defensa del agua y la tierra y la recuperación de derechos sociales. El eje de este pliego deben ser las discusiones ya dadas en muchas asambleas territoriales, sindicatos, movimientos de pobladores y toda organización popular que se organizó por fuera de la institucionalidad estatal y que mediante la autoorganización mantuvo las movilizaciones y allanó el camino para generar una alternativa de sociedad desde abajo.
Este empeño programático debe apuntar a profundizar la crisis política institucional, y debe ser lo suficientemente representativo de las demandas de los pueblos, para que logre convocar y articular a una gran fuerza social que apunte a que la región chilena comience a cavar la tumba del capitalismo y del patriarcado, para así construir una nueva alternativa de sociedad. Este programa debe ser acompañado de orientaciones políticas claras y un plan de lucha en donde la independencia de clase, la movilización y la acción directa sean las principales herramientas y no los atajos institucionales. Este proceso unitario debe ser orientador de las acciones del movimiento popular y que a través de la movilización vaya alcanzando mejoras profundas en las condiciones de vida y que fortalezca al mismo tiempo la alternativa de lxs de abajo, profundizando el colapso de la institucionalidad burguesa, fortaleciendo el protagonismo y la organización popular para realizar las transformaciones radicales que la región chilena necesita y para recuperar el control de nuestra vidas.
Es tiempo de empezar a conformar un frente de clases oprimidas, que desde la unidad e independencia de clase, sea capaz de integrar a diversos sectores en lucha, en una estrategia de trabajo que tome como eje principal los territorios que es donde se encuentran trabajadorxs, estudiantes, mujeres, pobladorxs, pueblos ancestrales, disidencias sexuales, campesinxs, animalistas, artistas, o cualquier sensibilidad que se posicione en contra del patriarcado y el capitalismo y desde ahí impulsar las batallas por la recuperación de la vida.

3- Desarrollar una política de autodefensa de los territorios

La revuelta social nos ha demostrado la necesidad de comenzar a construir herramientas que nos permitan resistir el terrorismo de Estado. En este sentido se vuelve urgente ir preparando la autodefensa territorial en cuanto a generar grupos de primeros auxilios, policlínicos populares, redes de abastecimientos de alimentos, ollas comunes, redes de defensorxs de los pueblos, redes de contención psicoemocional, grupos de seguridad, etc., estas son tareas prioritarias de las asambleas y coordinaciones territoriales.
A su vez, en este contexto de terrorismo de Estado lxs cuerpos feminizados son quienes más sufren los embates de las fuerzas represivas, por ello es necesario activar la autodefensa feminista, la cual permita a mujeres, disidencias sexuales, ancianxs, niñxs, etc., poder resistir y hacer frente a las múltiples violaciones de derechos humanos que están sucediendo. Y finalmente, ante el avance de la represión validada por diversos instrumentos legales, tales como la “ley anti saqueo” y “ley antibarricada” llamamos a no caer en la inacción y el miedo, sino que innovar en los repertorios tácticos de la protesta para así mantener la movilización.

4- Aportar al fortalecimiento de una nueva subjetividad popular

A partir de la revuelta social se han desarrollado importantes cambios a nivel subjetivo de nuestra clase, tales como la validación de la autodefensa, la importancia de la movilización y protesta para conseguir nuestros objetivos, y la necesidad de organizarse en espacios horizontales, todo esto abre un importante espacio de disputa a nivel ideológico/practico, en donde como anarquistas debemos socializar valores, principios y practicas ácratas, desde las campañas de propaganda, foros, diversas expresiones culturales, conversatorios, y también desde nuestros espacios sociales, tales como sindicatos, asambleas territoriales, organizaciones estudiantiles, etc., debemos ir poco a poco disputando el sentido común, para así aportar a cambiar el imaginario social, en donde la despatriarcalización y la descolonización vayan acorralando a las ideas que sostienen este sistema de dominación enfermo.
Que la solidaridad y el apoyo mutuo vayan lapidando la competencia y el individualismo, que caigan los valores de este sistema de dominación a partir de la generación de una cultura de la y en resistencia, en donde resignifiquemos todo, como se ha hecho con plazas, parques y calles, en donde surjan nuevas formas de relaciones sociales, en donde ya no nos callemos ante los abusos, la tiranía y la miseria, debemos aportar a la fractura de todo el sistema de dominación, donde lo simbólico sea un flanco más.

¡OTRO MUNDO ES POSIBLE!
¡A ENRAIZAR EL ANARQUISMO!
¡A FORTALECER EL PROTAGONISMO POPULAR!
¡A CONSTRUIR COMUNIDAD ORGANIZADA!
¡LIBERTAD A LXS PRESXS POLITICXS DE LA REVUELTA SOCIAL!

FEDERACIÓN ANARQUISTA DE SANTIAGO

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